Bebo el whisky de tu lengua, y ahí nomás, con el alma copeteada te sostengo. Vaya a ser que en un segundo de ebriedad me secuestren los agentes del infierno. Me someto, así, a tu entrega. Me rescata, me enloquece y me sosiega.Ya no somos dos ahora: Se fundieron nuestros fuegos en tu alcoba.
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